Como en muchos países del mundo, en México el 11 de febrero se celebra el Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia. Una efeméride relativamente nueva, propuesta por la ONU en 2015 para reivindicar las aportaciones al conocimiento universal de muchas mujeres científicas cuyos nombres fueron borrados en su tiempo. Con ese pretexto, en Caracol Spanish hacemos un breve recuento de las pioneras en la ciencia en México.
Recordemos que la conmemoración subraya el hecho de que para construir sociedades verdaderamente justas, un primer paso indispensable es promover el acceso y la participación unánime de mujeres y hombres a la ciencia y la educación. Sobre todo en un contexto mundial donde las mujeres científicas suelen tener carreras más cortas y peor pagadas que sus colegas masculinos; con investigaciones valiosas, pero poco difundidas en las revistas académicas de alto nivel.
Científicas mexicanas hoy
El caso de México es un ejemplo revelador. A tal punto siguen siendo pocas las científicas en las universidades que, en junio de 2018, durante un homenaje a Alejandra Jáidar Matalobos –la primera mujer en obtener el título de física en la Facultad de Ciencias de la UNAM– uno de los aspectos más criticados fue que el Instituto de Física de esa universidad en ese momento sólo tenía 20 por ciento de mujeres, entre investigadoras y técnicas académicas. Es imposible no suponer que cuando Jáidar Matalobos se graduó, en la década de 1950, esos números debieron ser aún mucho menores.
En la actualidad, la licenciatura con menos estudiantes mujeres en la UNAM, la mayor universidad de México, es la de ingeniería mecánica y eléctrica, con un desolador 9 por ciento. Una cifra ligeramente menos alarmante concierne a los posgrados en disciplinas físico-matemáticas, donde se inscriben treinta mujeres por cada cien hombres.
7 pioneras en la ciencia en México
Aunque es casi seguro que en este recuento se omitan algunos grandes nombres, ninguna lista de mujeres pioneras de la ciencia en México puede estar completa sin Matilde Montoya, la primera mujer en graduarse como médica en el país; Susana Azpiroz Riveiro, la primera ingeniera agrónoma, y Alejandra Jáidar Matalobos, la primera física.
Matilde Montoya: médica
Montoya nació a mediados del siglo XIX, en 1857, una época de guerras civiles entre liberales y conservadores, donde los vaivenes de las leyes y la moral pueden resumirse en el hecho de que por entonces se consideraba inadmisible que las mujeres cursaran alguna carrera liberal, como derecho o medicina.
No obstante, a la edad de catorce años aprobó el examen de partera en la Escuela Nacional de Medicina, donde sólo había cursado esa materia durante un año, pues debió abandonar su educación superior por la muerte de su padre y la falta de recursos económicos. Cuando tiempo después finalmente regresó para completar sus estudios, se encontró con una institución donde la participación de la mujer se repudiaba y se le excluía de algunas asignaturas.
Por ejemplo, a Montoya le pretendían negar el permiso de presenciar las disecciones, por los prejuicios y la visión conservadora que se tenía sobre el rol de la mujer en los hospitales.
Y pese a todo, en 1887 Matilde hizo historia al convertirse en la primera médica graduada por la Escuela Nacional de Medicina, provocando reacciones encontradas entre la sociedad de la época. Por un lado, tuvo el reconocimiento liberal de quienes vieron en ella un inicio del cambio en el lugar de la mujer en la sociedad. Por otro, el cuestionamiento conservador sobre la anomalía de que una mujer sintiese inclinación por una profesión supuestamente ajena a su género.
Susana Azpiroz Riveiro: agrónoma
Y así como Montoya abrió la puerta del estudio de la medicina para las mujeres de generaciones posteriores, vale la pena recordar a otras que hicieron lo mismo en diversas áreas. Como Susana Azpiroz Riveiro, la primera mujer titulada en la Escuela Nacional de Agronomía, una institución que no sólo se caracterizaba por un entorno masculino, sino también por una disciplina militar.
En buena medida es gracias a ella que hoy se cuenta un 44 por ciento de mujeres entre los estudiantes de la Universidad Autónoma Chapingo (la actual Escuela Nacional de Agronomía), por lo que se le considera otra de las pioneras en la ciencia mexicana.
Helia Bravo Hollis: bióloga
En 1927 se graduó como la primera bióloga de nuestro país, y en 1929 inició la formación del herbario y del estudio de las cactáceas mexicanas en la UNAM. Sus aportes fueron tan significativos para el estudio de estas especies, que en el año 2000 se creó una reserva de la biosfera en Metztitlán, Hidalgo, gracias a su trabajo en esa zona.
Hoy seis especies y una subespecie de cactus llevan su nombre, así como el Jardín del Desierto dentro del Jardín Botánico de la UNAM.
Paris Pismish Acem: astrónoma
Nacida en Estambul, en 1911, fue una de las primeras mujeres turcas en asistir a la universidad de su ciudad natal, donde obtuvo un doctorado en matemáticas en 1937. Se incorporó al observatorio de Harvard poco antes de la segunda guerra mundial, y allí permaneció hasta 1942, año en que vino a México con su nuevo esposo, Félix Recillas, un mexicano a quien conoció como estudiante de astronomía.
En este país de inmediato se unió al recientemente inaugurado observatorio astrofísico de Tonantzintla, en Puebla; y pocos años después, al Observatorio Astronómico Nacional, que formaba parte de la UNAM, donde ella inició personalmente la enseñanza de la astronomía moderna en México. Al momento de su fallecimiento, de los 80 astrónomos en el Instituto de Astronomía, 25 eran mujeres.
María Elena Caso: bióloga marina
Es un hecho que el estudio sistemático de las estrellas de mar en México empezó con María Elena Caso Muñoz, hija de Antonio Caso, uno de los grandes sabios mexicanos de principios del siglo XX. Ella es una pionera de la ciencia, especialmente de la biología marina.
A ella se debió, en 1961, la primera obra científica que reunió toda la información que había en esos momentos sobre las especies de estos animales en nuestro país. Asimismo fue cofundadora del Laboratorio de Hidrobiología en el Instituto de Biología de la UNAM.
María Teresa Gutiérrez Vázquez: geógrafa
Especialista en la geografía urbana y geografía de la población, fue la primera científica que demostró que utilizando los mapas como herramienta se podía observar el desarrollo y distribución de la población en México, y denunció antes que nadie que los márgenes de la Ciudad de México crecen en forma descontrolada, previendo muchos problemas actuales.
A ella se debe un cambio en el enfoque de los estudios demográficos hacia la geografía poblacional, incluyendo elementos humanos y físicos que permiten comprender de una manera más amplia los cambios de la población.
Alejandra Jáidar Matalobos: la primera física
Fue la primera mujer en graduarse como física en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Se cuenta que por lógica fue asimismo la primera en reclamar que su título profesional marcara su género: física, no físico. No se sabe si en aquel momento la universidad enmendó su error, pero es un hecho que hoy cuando una mujer concluye su licenciatura en física, los diplomas ya hacen esa distinción de género.
Convencida de que las editoriales universitarias y las editoriales estatales tenían la responsabilidad de promover la publicación de libros de divulgación científica, gracias a ella apareció la colección La ciencia desde México, hoy llamada La ciencia para todos, del Fondo de Cultura Económica, donde científicos divulgan temas para un público no especializado.
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Escribe en los comentarios a qué pioneras de la ciencia de tu país conoces. ¿Hay paridad entre el número de mujeres y hombres de ciencia? ¿Qué crees que debería hacerse para que haya cada vez más mujeres científicas?