El surrealismo en México y México en el surrealismo

El surrealismo es una corriente artística cuya influencia podemos reconocer ampliamente en el arte de México del siglo XX. Su primera huella en nuestro suelo se remonta al auge mismo del movimiento. 1938, cuando era la vanguardia europea por excelencia. Fue ése el año en que André Breton desembarcó en México para encontrarse con los artistas del país. Breton era el poeta que operaba como sumo pontífice de los surrealistas.

Desde varios años antes, el escritor francés se dedicaba con entusiasmo a visitar distintos países. Se entrevistaba con los artistas locales. Por golpe de simpatía o sospecha, los incluía o excluía en las nóminas oficiales de integrantes del movimiento surrealista. Actuaba como si el movimiento fuera un sindicato y él un líder sindical.

André Breton, el sumo pontífice de los surrealistas, en su visita a México

México, país surrealista

Poco después de la llegada de Breton a México, se inauguró la primera exposición de pintura surrealista. Casi una década después de que la pintura surrealista comenzara a exponerse en Europa, Estados Unidos y Japón. Fue en enero de 1940, en una galería dirigida por Inés Amor. Se presentaron obras de René Magritte, Yves Tanguy, Remedios Varo, Frida Kahlo, Agustín Lazo, Roberto Montenegro, Diego Rivera y otros. Así, México reclamaba su lugar en la mesa del debate. Un debate para el que se hallaba plenamente preparado.

Podemos decir que no sólo el surrealismo influyó en el arte de México, sino que México influyó en el surrealismo. México es un país donde la magia y el misticismo siempre han estado presentes. Desde los símbolos y leyendas prehispánicos hasta las creencias contemporáneas de fenómenos alucinantes. Recordemos la creencia en criaturas como el Chupacabras. O en que existen lugares en los que puedes avistar y hasta chocar con onvis.

El surrealismo antes de su llegada a México

Pero antes de seguir, tratemos de definir qué es exactamente el surrealismo. También por qué decimos que algo es “surrealista” si lo queremos comparar con un sueño. La respuesta implica recordar el contexto de la mayoría de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX. Nacieron a la par que las primeras teorías freudianas sobre el inconsciente y las pulsiones sexuales soterradas. Hablamos del expresionismo, el dadaísmo y, por supuesto, el surrealismo, entre otras.

Con esas ideas rondándoles el pensamiento, los artistas buscaban acceder a las zonas oscuras de la psique. Consideraban que ese era el medio para desbloquear la imaginación. Se alejaron del racionalismo y del realismo como vías para representar la realidad. En su lugar, privilegiaron la fantasía, los mitos y las imágenes oníricas para crear arte.

Entre los artistas más importantes del movimiento surrealista original se encuentra el poeta André Breton. También los pintores Salvador Dalí y René Magritte, y el cineasta Luis Buñuel. De Breton podemos mencionar, entre sus obras más representativas, el poema “La unión libre”. De Dalí y Magritte, los lienzos La persistencia de la memoria y La traición de las imágenes, respectivamente. Y de Buñuel, el cortometraje Un perro andaluz.

Tiempos de arte y guerra

Pero ¿qué convirtió a México, después de Francia, en el país donde más surrealistas establecieron su residencia? La respuesta, como en la época de oro del cine mexicano, tiene que ver con la Segunda Guerra Mundial. En el momento de la ocupación nazi de Francia, una desbandada de artistas europeos debió huir del país galo. Muchos eligieron a México como destino siguiendo el ejemplo de los republicanos españoles. Recordemos que años antes los españoles escaparon de la dictadura de Franco gracias al asilo político mexicano.

Además, a dos meses de su llegada, Breton proclamó que México era “el lugar surrealista por excelencia”. Con ese estandarte convenció a otros artistas de su círculo parisino de trasladar su residencia a la antigua Tenochtitlan. Específicamente a la Casa Azul de la pareja Kahlo-Rivera, donde se alojaba.

Con ese objetivo le dedicó el último número de 1939 de su revista surrealista Minotaure al arte mexicano que encontró. Llenó la publicación de reproducciones de obras de Kahlo, Rivera y Manuel Álvarez Bravo. Aseguró que México era el lugar donde “la realidad había superado el esplendor ya prometido por los sueños”.

El surrealismo se muda a México

Para mediados de 1940, varios artistas de Europa ya habían seguido el ejemplo de Breton. Llegaron Leonora Carrington, Remedios Varo, José y Kati Horna, Wolfgang Paalen y Alice Rahon. Los artistas europeos entablaron relaciones con artistas locales, como la fotógrafa Lola Álvarez Bravo y el pintor Gunther Gerzso.

Muy pronto, un apartamento infestado de ratas se convirtió en el gran refugio surrealista para los exiliados. Ahí se alojaron Remedios Varo y Benjamin Péret y recibieron a sus amigos. Ahí se discutía arte y se bebía vino, con paredes llenas de cuadros de Ernst, Tanguy y Pablo Picasso.

Para algunos artistas, recibir la bendición oficial de André Breton como miembros del club surrealista significó fama y reconocimiento. Aunque no necesariamente una coincidencia en una estética ni una finalidad del arte. Notable es el caso de Frida Kahlo quien alguna vez declaró: “Nunca supe que era surrealista hasta que André Breton vino a México y me dijo que lo era”.

En efecto, Kahlo se resistió a la categorización dentro del movimiento. Aún así dio su trabajo a numerosas exposiciones surrealistas. Entre ellas la exposición en la Galería de Arte Mexicano, dirigida por la poderosa galerista Inés Amor, en 1940. Fue un momento decisivo para el surrealismo en México. Ahí Kahlo dio a conocer una de sus pinturas más audazmente surrealistas: Las dos Fridas. La exposición se convirtió en un hito importante en la carrera de la pintora.

La primera exposición del surrealismo en México. Al fondo, Las dos Fridas.

La transformación mexicana del surrealismo

Lo cierto es que al llegar a México, el surrealismo se transformó. Los artistas europeos comenzaron a incorporan el mundo precolombino y mexicano a sus lienzos. Por otro lado, los mexicanos comenzaron a incorporar lo europeo en sus pinturas. Los surrealistas estaban enamorados de los símbolos y la estética del arte indígena. Aprovecharon su fusión para crear algo nuevo.

Un ejemplo de ese surrealismo mexicano puede estar en el trío de Remedios Varo, Leonora Carrington y Kati Horna. En sus obras, ellas mezclaron expresiones de la mitología precolombina con temas de origen lejano. El tarot, la alquimia, la astrología y el ocultismo fueron algunos de ellos. El resultado es un arte basado en la experiencia europea, que reproduce una sensibilidad o una imaginación mitológicas.

Hoy día, tanto la obra de Carrington como la de Varo son apreciadas como una muestra ejemplar de arte latinoamericano. Forman parte del canon estadounidense, es decir, son un éxito en el mercado. Así, la casa de subastas Sotheby’s vendió una obra de Carrington en 2.63 millones de dólares. Cifra con la que pocos artistas de la región se atreven a soñar. Se trata de La Tentación de San Antonio y fue subastada en 2015.

Surrealismo en la pantalla grande

Pero quizá fue en el cine donde quedó la huella más singular del surrealismo en México. Luis Buñuel llegó a nuestro país después de una infausta estancia en Estados Unidos. Él era uno de los cineastas más brillantes del siglo pasado. Aquí rodó algunas películas clave para trazar una historia del cine surrealista. El ángel exterminador (1962) o Simón del desierto (1965), que prefiguran las obras maestras que filmaría años después en Francia.

La primera de éstas es una sátira de la sociedad burguesa que se representa en una escena absurda. Una docena de personas han sido invitadas a una cena. Todos quieren retirarse del lugar lo más pronto posible, pero algo invisible les impide irse. La segunda es una desacralización de las historias de los santos y ascetas católicos. Hace admirable síntesis de humor negro y erotismo.

El ángel exterminador (1962), una película del surrealismo hecha en México

Algunas otras películas de la etapa mexicana de Buñuel destacan por muchos méritos, pero no son precisamente cine surrealista. Por ejemplo, Los olvidados (1950), Nazarín (1959), Viridiana (1961), por mencionar algunas. La primera es una historia de fuerte crítica social; las otras dos, una brutal sátira a los valores de la vieja moralidad católica de México y España. Los olvidados le valió el premio a mejor director en el Festival de Cannes en 1951; Viridiana, 10 años después, la Palma de Oro.

Práctica tu español

¿Conoces la obra de algunos de los artistas del surrealismo en México? ¿Has visto las películas de la etapa mexicana de Luis Buñuel? Práctica tu español dejando un comentario sobre el surrealismo en México.

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