En esta ocasión, en Caracol Spanish te contaremos la historia de un delito. Se trata de uno de los hechos criminales más notorios de finales del siglo pasado, en México. El atraco al Museo Nacional de Antropología fue llamado por los periódicos “el robo del siglo”. Éste sucedió entre la 1 y las 4 de la madrugada del 25 de diciembre de 1985. Fue perpetrado por dos jóvenes estudiantes de veterinaria que se llevaron 140 piezas arqueológicas de valor incalculable. ¿Cómo lo lograron y qué pasó con ellos? ¡Entérate a continuación!
Tesoros arqueológicos mexicanos y “el robo del siglo”
¿Qué pasó la madrugada del 25 de diciembre en el Museo de Antropología? La versión oficial es que los ladrones se introdujeron en los conductos de ventilación del museo. Por allí llegaron hasta las salas principales del recinto. Luego, con toda calma, decidieron cuáles de las piezas más valiosas hurtarían.
Mientras tanto, el equipo de seguridad celebraba la Nochebuena en un cuarto cerrado. Todos ignoraron su obligación de hacer recorridos cada dos horas para inspeccionar los 15 mil metros cuadrados del edificio. De tal manera que el hurto se descubrió hasta las 8 del día siguiente, con el cambio de guardias.
En cuestión de minutos el país se enteró de la noticia más inverosímil posible. El patrimonio histórico nacional, resguardado en uno de los museos antropológicos más importantes del mundo, había sido mermado.
Habían desaparecido tesoros de colecciones antiguas, insustituibles por la información que aportan sobre las civilizaciones maya, azteca y chontal. Había desaparecido, también, el prestigio de las instituciones culturales mexicanas.
La planificación del robo al museo
Hoy sabemos que los ladrones pasaron más de medio año proyectando cómo entrar al museo y dar el golpe. Carlos Perches y Ramón Sardina visitaron el recinto incontables veces para tener todo bajo control el día del atraco. También hicieron una meticulosa inspección de las piezas más valiosas y las favoritas del público.
Sin embargo, a la hora de la hora, más importante que el plan fue la fortuna. La suerte les sonrió en forma de unos vigilantes negligentes. De acuerdo con la investigación policial, los asaltantes treparon una de las bardas que custodian al museo y entraron por el ducto de ventilación.
Mientras tanto, los nueve vigilantes del lugar brillaban por su ausencia. En ese entonces, el museo ni siquiera tenía alarmas de seguridad. Es poco probable que las piezas estuvieran inventariadas individualmente o aseguradas.
Los ladrones debieron, sin duda, documentarse sobre el valor histórico de su botín. Prueba de ello es que entre los objetos que se perdieron estaba la famosa máscara de Pakal. También se llevaron la máscara del Dios Murciélago y la vasija Mono de Obsidiana. Tomaron además otras piezas pequeñas de orfebrería en oro y creaciones de joyería en jade.
La investigación del robo de tesoros
El gran historiador Enrique Florescano era entonces director del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Él dio una de las primeras hipótesis sobre el robo. Dijo que había una banda dedicada a saquear piezas de arte en todo el mundo. Una explicación que buscaba limpiar un poco la imagen del museo.
Ante la falta de evidencias y de pistas, el gobierno mexicano inició una activa campaña en los medios de comunicación. Exhortó a los ciudadanos a reportar cualquier indicio de la localización de las piezas.
México cerró sus fronteras para evitar que los culpables salieran del país. Al poco tiempo, la Interpol se sumó a la búsqueda. Pero igualmente transcurrieron más de 3 años sin que la nación volviera a saber nada de sus tesoros arqueológicos.
Ahora se sabe que las piezas permanecieron todo ese tiempo en el clóset de uno de los ladrones. Casi todas fueros recuperadas, pero no de la manera prevista.
La recuperación de las piezas robadas
El 1 de enero de 1989 la policía mexicana detuvo al narcotraficante Salvador Gutiérrez. Para sorpresa de todos, Gutiérrez dijo que a cambio de un trato, podía dar informes sobre el robo al museo. Resultó que Gutiérrez colaboraba con otro narcotraficante de Acapulco, José Ramón Serrano. quien había tenido contacto con los ladrones.
Luego de seguir esta pista, la policía localizó y arrestó a Carlos Perches, en junio de 1989. Así fueron recuperadas las 111 piezas que éste tenía guardadas en el clóset de su casa. Sin embargo, se perdieron definitivamente las que tenía consigo Ramón Sardina, quien desde entonces se mantiene prófugo.
Pero el misterio principal se mantiene intacto a casi cuatro décadas del histórico hurto: ¿por qué lo hicieron?
Nadie lo sabe, pero ya nadie lo pregunta.
Las lecciones aprendidas con el robo al museo
Después del episodio, el Museo Nacional de Antropología reforzó sus normas de seguridad e incorporó un sistema de alarmas electrónicas y un circuito cerrado de televisión. Además se duplicó el personal de seguridad, hasta convertirse en uno de los edificios más protegidos del país.
Durante los tres años en que el museo tuvo sus colecciones incompletas, no cerró sus puertas a los visitantes. Para sorpresa de muchos, la concurrencia aumentó significativamente. Miles y miles de mexicanos, de todos los contextos y edades, acudían a observar las vitrinas vacías.
Tal vez la afluencia de visitantes se debió a que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Al menos así lo apuntó en su momento el periodista y ensayista Carlos Monsiváis. Pero tal vez se debiera a que para muchos, más que las piezas arqueológicas, lo intrigante era saber que ahí se había cometido un robo. Tal vez justo lo que querían ver con sus propios ojos era la ausencia de las piezas.
Museo, la película
Aunque en su momento el robo al Museo de Antropología fue un hecho que conmocionó al país, también es justo notar que no permaneció demasiado tiempo en la memoria colectiva. Recordemos que ese año fue el del terrible sismo que devastó la Ciudad de México, al año siguiente el país fue sede del Mundial de futbol, y dos años más tarde se viviría el fraude electoral más grande visto hasta el momento en una elección presidencial.
Fueron años turbulentos y el país olvidó pronto.
Quizá por eso, cuando en 2018, el cineasta mexicano Alonso Ruizpalacios estrenó su película Museo, que cuenta la historia del atraco, y ganó el Oso de Plata al mejor guión en el Festival Internacional de Cine de Berlín, una buena parte del público la recibió como ficción, y otra se enteró allí por primera vez del hurto.
Narrada en retrospectiva, la cinta de Ruizpalacios nos presenta también a un México que sigue recuperándose de las heridas del sismo del 85 y a un gobierno mexicano profundamente incapaz que aprovecha cualquier cortina de humo para distraer la atención crítica de los ciudadanos, y que probablemente pudo manipular con buen tino un escándalo así para su beneficio.
Práctica tu español
¿Conocías la historia del robo al Museo de Antropología? ¿Has visto la película Museo de Alonso Ruizpalacios? ¿Conoces algún otro robo famoso que nos puedas compartir? Práctica tu español escrito dejando un comentario o asiste a nuestros cursos.