Nacida en las costas de Colombia, la cumbia es un baile y una música con estatura continental. Además de la original colombiana, se reconocen distintos subgéneros: la cumbia mexicana, argentina, chilena, boliviana, peruana, venezolana y salvadoreña. Una variante reciente es la “cumbia rebajada”.
¿Qué es la cumbia rebajada? Es una especie de híbrido de la cumbia colombiana y la cumbia mexicana. Nació por accidente en los barrios populares de Monterrey, la segunda área metropolitana más poblada de México. Monterrey es una ciudad rodeada de montañas en cuyos márgenes han surgido tribus urbanas. Los cholombianos o los kolombias, para quienes la cumbia rebajada es ya un signo de identidad, es una de ellas.
Cambia la cumbia: antes de la cumbia rebajada
Desde mediados del siglo pasado, en Monterrey se han fundado grupos musicales que rinden homenaje a Colombia. Desde su nombre, como Los Socios de Colombia o La Tropa Colombiana. También con referencia a la cumbia o el vallenato. Los Niños Vallenatos, Pasión Vallenata, Los Vallenatos de la Cumbia, son algunos ejemplos. Tambien están La Universidad de la Cumbia, Las Amazonas del Vallenato, Las Amantes del Vallenato. Y el más famoso de ellos: Celso Piña y su Ronda Bogotá.
La cumbia colombiana ha sido el otro polo musical de Monterrey. Un polo en el que se encuentran los habitantes de los barrios pobres de la ciudad. Ellos no se identifican con la tradición de la música ranchera de la clase media. Es en este polo donde nació la cumbia rebajada.
La característica principal de la cumbia rebajada es que se toca a un ritmo más lento que la cumbia tradicional. Tiene toda la instrumentación típica de este género musical pero, por el ritmo, las trompetas y los acordeones resuenan con un timbre más profundo y la voz del cantante se escucha más grave. Asimismo, se suele bailar más pausadamente, permitiendo mayor roce entre los danzantes.
Un poco de suerte: el origen de la cumbia rebajada
¿Cuál fue el accidente que dió origen a la cumbia rebajada? A principios de la década de 1990, Gabriel Dueñez, un sonidero coleccionista durante décadas de música colombiana, estaba poniendo discos en un baile popular. Después de unas cuantas horas la música empezó a sonar más lenta. Al principio Dueñez pensó que se trataba de un problema con la conexión eléctrica, pues las bocinas de los sonideros suelen conectarse improvisadamente al poste de luz más cercano. Pero el problema era otro: el desgaste natural de las cosas por el tiempo. El motor del viejo tocadiscos gastado por tanto uso transformó la alegre cumbia colombiana en una letanía grave.
“Sonaba guango, bien lento, pero la gente siguió bailando”, recuerda el DJ que en ese momento se convirtió en alquimista. Puesto que el público siguió bailando, quizá por primera vez entendiendo la pronunciación de todas las palabras que a veces se confundían por el acento colombiano, y puesto que en ese momento hubiera sido imposible arreglar la tornamesa, la música siguió así, hasta que con el paso de los años aquel sonido desgastado se transformó en la bandera de la cumbia del cerro que es hogar de todos los barrios pobres de Monterrey.
Los cholombianos
Como consecuencia indirecta de la popularización absoluta de la cumbia rebajada, con el correr del tiempo surgió una subcultura en la periferia y zonas marginadas de Monterrey. A finales de la década de los noventa e inicios del nuevo siglo, aparecieron jóvenes que se identificaban como los cholombianos, o los kolombias, cuya peculiar mezcla de hip hop y cumbia rebajada los distinguía.
Como suele pasar con las tribus urbanas, parte fundamental de la pertenencia era fomentar un look. Usaban ropa similar a la de los cholos mexicano-estadounidenses, pantalones holgados y camisas a cuadros o con una tipografía muy específica, más accesorios religiosos casi siempre de origen católico, como rosarios o cruces. El cabello de los cholombianos también fue uno de sus aspectos más icónicos: peinados muy elaborados, que modelaban formas específicas usando gel a manos llenas.
Te puede interesar: El pachuco: personaje mexicano que nació en Estados Unidos
Una identidad contracultural
Pero para explicar a detalle qué son los kolombias, quizá sea más fácil iniciar respondiendo, por oposición, qué no son. Sin duda, no son vaqueros ni rancheros, dos identidades estereotipadas del norte mexicano. Recordemos que antes de convertirse en una ciudad industrial, Monterrey fue una sociedad ganadera, dedicada al pastoreo. De ahí nace la figura del ranchero, paradigma estético de la población, y por extensión de todo el territorio norteño: botas, sombrero, camioneta como sustituto del caballo y música ranchera.
Siguiendo esa línea, los jóvenes de los barrios populares de Monterrey se hacen cholombianos para no ser vaqueros, para distinguirse de los estratos burgueses que de por sí los miran con extrañeza y desconfianza. Frente al canon del vaquero, la construcción identitaria de los jóvenes de clase baja fue radicalizándose, como también pasó en la década de 1980, con las pandillas juveniles de cholos californianos, hijos de migrantes mexicanos, como hito de la identidad fronteriza. De esa estética chola, derivada del hip hop, corre un hilo que ata a Monterrey con los cholombianos.
El triste final de la cumbia rebajada
¿Qué hechos restaron popularidad a la cumbia rebajada? A partir de 2006, la ciudad de Monterrey se vio absorbida en una pelea cotidiana entre grupos criminales por el control del territorio. Durante un periodo de diez años, estos grupos absorbieron paulatinamente a la subcultura de los cholombianos. ¿Por qué? Porque fue de los barrios bajos de Monterrey de donde se nutrían los ejércitos de sicarios adolescentes.
El fin del periodo pacífico de los cholombianos como una nueva tribu urbana y de las cumbias rebajadas como sus himnos, probablemente, vino en 2013, cuando todos los miembros del grupo musical Kombo Kolombia fueron secuestrados en una fiesta. Sus cadáveres fueron hallados dos días después con un tiro de gracia en el fondo de un pozo a las afueras de Monterrey. La versión popular afirma que los músicos estaban apadrinados por uno de los cárteles de la droga, y fueron asesinados por órdenes de uno de sus grupos rivales, para mandar un mensaje.
Ya no estoy aquí
Quizá uno de los testimonios mejor conocidos de la subcultura cholombiana en Monterrey sea la película Ya no estoy aquí (Fernando Frías, 2019; Netflix), ganadora de diversos premios internacionales, que, centrada en la historia de un adolescente que pertenece a un grupo de kolombias, presenta un amplio retrato del valor cultural que tienen las cumbias rebajadas para los jóvenes de Monterrey, así como una brutal crítica a la llamada “guerra contra el narco” que costó cientos de miles de vidas civiles en México.
El filme toca asimismo el tema del exilio forzado y la vida en el limbo para los desplazados por la violencia, a la vez que plantea un debate sobre la asimilación y el sincretismo para un mexicano socialmente marginado en su propio país y en un país extranjero (Estados Unidos).
La tradición de los sonideros, desde luego, pervive, y de cuando en cuando se siguen escuchando cumbias rebajadas, pero la comunidad de jóvenes que la adoptó como su música insigne es cada vez más reducida.
Cuéntanos, ¿qué opinas de la música como forma de identidad?, ¿has escuchado alguna vez cumbia rebajada?, ¿ya viste la película sobre los kolombias de Monterrey? Practica tu español dejándonos un comentario.