Algunos años antes del asentamiento del surrealismo en México, nació en este país otra vanguardia artística. Una vanguardia netamente mexicana. Se conoció como estridentismo y se extendió de la literatura a las artes plásticas.
¿Cuál fue la propuesta de esta vanguardia y quienes fueron sus principales exponentes? En Caracol Spanish te lo decimos mientras te ayudamos a incrementar tu vocabulario en español para hablar sobre arte.
Origen del estridentismo
El estridentismo nació a principios de la década de 1920. Debe entenderse, por lo tanto, en el contexto de la ebullición cultural provocada por el fin de la Revolución mexicana. También en el contexto del discurso acerca del progreso tecnológico y las bondades de la modernidad.
Este discurso alimentó muchos movimientos de vanguardia durante el primer cuarto del siglo XX. Por ejemplo, el futurismo italiano, que buscaba representar en sus obras el dinamismo de la modernidad. Una modernidad cuyos referentes más socorridos eran el ferrocarril y las fábricas industriales. También los cables eléctricos, el automóvil, los rascacielos y las chimeneas humeantes. Un paisaje cien por ciento urbano.
Para los futuristas esta modernidad y sus representaciones eran una manifestación de la belleza. De ahí aquella sentencia atribuida al poeta Filippo Marinetti:
“Un automóvil en movimiento es más bello que la Victoria de Samotracia”.
Con este mismo espíritu, los estridentistas se dieron a conocer mediante tempranas publicaciones irónicas. En sus poemas, relatos y manifiestos satíricos ponían en entredicho a la literatura, y particularmente a la poesía en boga. Al mismo tiempo, proponían una revolución poética que exaltase a las máquinas del mundo moderno: locomotoras, puentes, fábricas, muelles, transatlánticos.
Primeros manifiestos estridentistas
Fue el 31 de diciembre de 1921 cuando apareció Actual No. 1. Una hoja suelta pegada en los muros de las calles más céntricas de la Ciudad de México. La publicación tenía textos del poeta veracruzano Manuel Maples Arce. Se trataba de una propuesta individual, sin embargo, fue allí donde dio inicio el movimiento estridentista.
La hoja marco el rumbo del movimiento. Se trataba de una provocación en contra de las figuras consagradas del medio literario mexicano. Buscaba romper con los cánones estéticos de su época, pero no sólo eso. Los estridentistas también sintieron el deber de promover ideales sociales progresistas. Criticaron la persistencia de las manifestaciones culturales del viejo régimen político en la nueva sociedad posrevolucionaria. Así hicieron una perfecta síntesis de crítica de arte y crítica social.
Por tanto, en insolencia, polémica y escándalo, los estridentistas pudieron competir con los futuristas italianos. Como ejemplo la frase “¡Muera el cura Hidalgo y viva el mole de guajalote!”, incluida en el cartel-manifiesto. Una expresión tan irreverente era impensable en un país tan devoto de sus héroes patrios como México.
Algo parecido ocurrió con el segundo manifiesto, éste ya de autoría colectiva. Este se dio a conocer en las calles de la ciudad de Puebla el 1 de enero de 1923. Allí, sin el menor recato, se dice: “¡Caguémonos en la estatua del General Zaragoza, bravucón insolente de zarzuela!”. Esto es en alusión al héroe militar de la batalla de Puebla, cuya conmemoración el 5 de mayo es una fiesta de la mexicanidad en Estados Unidos.
Las revistas estridentistas
Pero la consolidación definitiva del estridentismo en el ambiente cultural de México se dio en 1923. Ese año es cuando aparece la revista Irradiador. Ésta fue una publicación de literatura y política dirigida por Maples Arce. En ella contó con la colaboración del gran artista plástico Fermín Revueltas. Una dupla que anunciaba que el estridentismo no sería sólo un movimiento de escritores. Se trataba de un proyecto colectivo de vanguardia que aglomeraría a artistas plásticos, músicos y fotógrafos.
La revista Irradiador estaba sobre todo dirigida a personas interesadas en las letras, el arte y la pintura. Actualmente existe una edición facsimilar publicada por la Universisdad Autonoma Metropolitana de los tres números publicados.
La siguiente publicación del grupo fue la revista Horizonte. La dirigió el también poeta Germán List Arzubide, de abril de 1926 a mayo de 1927. Allí se publicaron los textos donde los estridentistas tomaron una postura abiertamente social. Así como diversas obras gráficas de apoyo a las clases obreras y campesinas. Sin duda una revista con un perfil más político.
Los protagonistas del estridentismo
Los rostros más visibles del estridentismo fueron literatos: Manuel Maples Arce, Germán List Arzubide, Arqueles Vela, entre otros. Pero esto no excluyó la participación de importantes artistas plásticos como Fermín Revueltas y Ramón Alva de la Canal. También participaron Leopoldo Méndez, Germán Cueto o Jean Charlot.
Además, fuera de su círculo, el estridentismo tuvo algunos ecos en otra literatura de la época. Por ejemplo, en el expresionismo y las imágenes violentas de la novela La malhora, de 1923, de Mariano Azuela. También en “Preludio viajero”, poema de Octavio Paz que describe un universo de máquinas y metáforas de la velocidad.
En el grupo no hubo arquitectos, sólo poetas y pintores. Sin embargo, los estridentistas hicieron de la ciudad moderna una de sus principales y más productivas obsesiones estéticas. Llegaron al punto de concebir la utopía de fundar una Estridentópolis.
El estridentismo al poder
El movimiento estridentista se topó pronto con una feliz circunstancia. En el estado de Veracruz, entre 1924 y 1927 el gobierno estuvo en manos del exmilitar revolucionario Heriberto Jara. Durante sus tres años como mandatario, Jara se interesó por obras públicas que favorecieran el deporte y la cultura. Y lo más importante: creyó completo el discurso de la modernidad que enarbolaban los estridentistas, el cual escuchó directamente de Maples Arce, a quien nombró su secretario general de gobierno.
Con el nuevo cargo y un caudal de poder político a su disposición, Maples Arce contactó a sus viejos amigos de la vanguardia, Germán List Arzubide, Ramón Alva de la Canal y Leopoldo Méndez. Los instó a que mudaran su residencia a Xalapa, la capital del estado, para revivir la fantasía juvenil de fundar una ciudad de revolución cultural. Una ciudad moderna cuyas calles recordaran la estridencia de aquellos versos casi adolescentes.
La estación de radio, que se edificó en 1926 en el cerro del Macuiltépetl, y el Estadio Xalapeño, cuyos cimientos se fijaron en 1925, son algunas de las construcciones que dan cuenta de ese proyecto que asimismo trajo consigo galerías de arte, salas de teatro y diversos foros culturales.

Estridentópolis, la utopía estridentista
Estridentópolis, una forma de decir “la ciudad estridentista”, es el nombre con el que se recuerda el sueño de la Xalapa de esos años: entre 1925 y 1927. Cuando el núcleo del movimiento vanguardista tuvo residencia patrocinada por el gobierno de Veracruz. El sueño de una ciudad, no la ciudad real. Porque el nombre Estridentópolis nunca aludió a algo tangible.
Más bien, simboliza una noción poética estridentista de la ciudad como espacio donde se escala la cima de la modernidad. Una noción que en el México de los años 1920 era menos una proyección futurista que una aspiración inocente. Según las descripciones literarias y las representaciones plásticas que dan los propios estridentistas, la Estridentópolis debe ser una ciudad irracional, vertiginosa, sede de la modernidad y de las multitudes. Una distopía antes que una utopía.
Practica tu español
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